Es bien sabido que África ha sufrido muchos cambios en tampoco tiempo y que mejor que Ryszard Kapuscinski lo sabía ya que fue testigo de los sangrientos combates entre pobres que peleaban y se mataban para los ricos, para los mismos poderosos que en nada eran sensibles a las necesidades del continente madre, del pueblo carente de todo, de la gente que no vive más de cuarenta o cincuenta años…
En Ébano, Kapuscinski describe muy bien desde el látigo del clima extremo en el continente africano hasta el hostigamiento de los piquetes de moscos con los que también se enfrentó y me pregunto: ¿Qué narrador o cronista se detiene en este recurso tan importante como el sonido que deja el roce del volar del mosquito cerca del oído? Creo que ahora ya pocos, y me detengo en esto por el mensaje y visión que el autor de Ébano nos dibuja en las mentes, el ambiente, el aroma, el clima, la incomodidad y lo adverso del lugar, los riesgos de la situación y el malestar del entorno africano.
Luego de la liberación del colonialismo los conflictos étnicos del continente no muestran más que la falsa idea de los beneficios de la libertad, para verdaderamente tenerla y cobijarse con ella, hay que seguir luchando y de eso se encarga Kapuscinski al narrar en Ébano el esfuerzo de todos contra todos o mejor dicho de pobres contra pobres para asegurar a los ricos en el poder absoluto y el libre ejercicio de la corrupción; el libro de 348 páginas nos muestra ejemplifica las propias palabras del autor: "Así nací, incapaz de quedarme en un lugar. Quizá sea una deficiencia: el hombre que está satisfecho no tiene necesidad de irse. Para mí lo más importante es escribir. Y para escribir, necesito esas historias", palabras que no se ponen en duda al ir cambiando la página de Ébano, paginas que son toda una cátedra de la crónica real, la crónica sin prejuicios, genero utilizado por el autor con facilidad y enalteciendo el verdadero reporteo, el verdadero papel en campo, el verdadero don de describir y dar voz a la gente que no la tiene o contarle al mundo lo que pasa en ese lugar sin distorsión, sin dejar de ser él, el reportero de a pie quien caminó y caminó a lado de nómadas, desplazados, refugiados, desempleados, heridos y enfermos.
En Ébano, Kapuscinski nos transporta a un lugar nada desconocido por la similitud que hay entre gobernantes amantes a la corrupción aquí y en china, en África y en México, quizá no tan sanguinarios, o no lo sabemos hasta ahora, tal vez hasta el propio Calderón es miembro de los llamados escuadrones de la muerte que tantas vidas han cegado y tantos cuerpos han mutilado, lo cierto es que la páginas encierran un lugar triste, incierto, ficticio, cruel e ingrato, que tanto desconocemos los mexicanos de esos lugares y de esas autoridades como a las que se refiere Ryszard Kapuscinski en su obra como uno de los tiranos de Uganda, Idi Amín quien luego de ser campeón nacional de boxeo se relacionó tanto con el ejército colonial que lo ayuda a ascender hasta formar su propia milicia formada por jóvenes que no hablaban la lengua del territorio para traicionar a Obote, (dirigente durante la formación de Amín) y quien descubrió que robaba marfil armas y oro, por lo que no le quedó otra opción a Idi que desatar una masacre entre tribus dominantes creando así una guerrilla escondida y aislada sembrando terror durante casi ocho años y que de acuerdo a cifras dadas por Kapuscinski sumaron trescientos mil los muertos enemigos a Idi Amín.
Todo esto en medio de un pueblo que sufre enfermedades, hambre, sed, sequia, y de más, factores explicados tan bien por el autor que logra transportarnos al campo de batalla, al desierto, a los mercados y a los lugares clandestinos de la África ardiente; un continente que ha sido rehén de otros países principalmente europeos así como de los Estados Unidos quien se caracteriza por crear guerras para justificar invasiones o para apropiarse de recursos ajenos a los norteamericanos, hago un paréntesis y un comentario fuera del análisis de la obra maestra de Kapuscinski, (como se han encargado de sembrar odio a todo el mundo lo gringos, ¿por qué no miran al revés y ayudan en vez de chingar? ¿Por qué se aferran a presumir su ignorancia y primitiva ideología de la guerra? Perdón pero que poca madre tienen, cierro mi comentario externo a Ébano; países extraños a África que financian a delincuentes y los arman así como a niños que han perdido a sus padres en guerras inútiles o por unos cuantos diamantes o como dice el mismo Kapuscinski “niños cuya fuente de poder es una vaca o un camello, que viven en lugares donde tener una olla o una bicicleta hace la diferencia entre la pobreza y la clase media”…
“Aquí la vida es un esfuerzo continuo, un intento incesante de encontrar ese equilibrio tan frágil, endeble y quebradizo, entre supervivencia y aniquilación".
La crónica como género literario o periodístico celebra a Ébano y le agradece una de sus máximas expresiones escritas por Kapuscinski con base en sus experiencias por más de treinta años.
En Ébano, Kapuscinski describe muy bien desde el látigo del clima extremo en el continente africano hasta el hostigamiento de los piquetes de moscos con los que también se enfrentó y me pregunto: ¿Qué narrador o cronista se detiene en este recurso tan importante como el sonido que deja el roce del volar del mosquito cerca del oído? Creo que ahora ya pocos, y me detengo en esto por el mensaje y visión que el autor de Ébano nos dibuja en las mentes, el ambiente, el aroma, el clima, la incomodidad y lo adverso del lugar, los riesgos de la situación y el malestar del entorno africano.
Luego de la liberación del colonialismo los conflictos étnicos del continente no muestran más que la falsa idea de los beneficios de la libertad, para verdaderamente tenerla y cobijarse con ella, hay que seguir luchando y de eso se encarga Kapuscinski al narrar en Ébano el esfuerzo de todos contra todos o mejor dicho de pobres contra pobres para asegurar a los ricos en el poder absoluto y el libre ejercicio de la corrupción; el libro de 348 páginas nos muestra ejemplifica las propias palabras del autor: "Así nací, incapaz de quedarme en un lugar. Quizá sea una deficiencia: el hombre que está satisfecho no tiene necesidad de irse. Para mí lo más importante es escribir. Y para escribir, necesito esas historias", palabras que no se ponen en duda al ir cambiando la página de Ébano, paginas que son toda una cátedra de la crónica real, la crónica sin prejuicios, genero utilizado por el autor con facilidad y enalteciendo el verdadero reporteo, el verdadero papel en campo, el verdadero don de describir y dar voz a la gente que no la tiene o contarle al mundo lo que pasa en ese lugar sin distorsión, sin dejar de ser él, el reportero de a pie quien caminó y caminó a lado de nómadas, desplazados, refugiados, desempleados, heridos y enfermos.
En Ébano, Kapuscinski nos transporta a un lugar nada desconocido por la similitud que hay entre gobernantes amantes a la corrupción aquí y en china, en África y en México, quizá no tan sanguinarios, o no lo sabemos hasta ahora, tal vez hasta el propio Calderón es miembro de los llamados escuadrones de la muerte que tantas vidas han cegado y tantos cuerpos han mutilado, lo cierto es que la páginas encierran un lugar triste, incierto, ficticio, cruel e ingrato, que tanto desconocemos los mexicanos de esos lugares y de esas autoridades como a las que se refiere Ryszard Kapuscinski en su obra como uno de los tiranos de Uganda, Idi Amín quien luego de ser campeón nacional de boxeo se relacionó tanto con el ejército colonial que lo ayuda a ascender hasta formar su propia milicia formada por jóvenes que no hablaban la lengua del territorio para traicionar a Obote, (dirigente durante la formación de Amín) y quien descubrió que robaba marfil armas y oro, por lo que no le quedó otra opción a Idi que desatar una masacre entre tribus dominantes creando así una guerrilla escondida y aislada sembrando terror durante casi ocho años y que de acuerdo a cifras dadas por Kapuscinski sumaron trescientos mil los muertos enemigos a Idi Amín.
Todo esto en medio de un pueblo que sufre enfermedades, hambre, sed, sequia, y de más, factores explicados tan bien por el autor que logra transportarnos al campo de batalla, al desierto, a los mercados y a los lugares clandestinos de la África ardiente; un continente que ha sido rehén de otros países principalmente europeos así como de los Estados Unidos quien se caracteriza por crear guerras para justificar invasiones o para apropiarse de recursos ajenos a los norteamericanos, hago un paréntesis y un comentario fuera del análisis de la obra maestra de Kapuscinski, (como se han encargado de sembrar odio a todo el mundo lo gringos, ¿por qué no miran al revés y ayudan en vez de chingar? ¿Por qué se aferran a presumir su ignorancia y primitiva ideología de la guerra? Perdón pero que poca madre tienen, cierro mi comentario externo a Ébano; países extraños a África que financian a delincuentes y los arman así como a niños que han perdido a sus padres en guerras inútiles o por unos cuantos diamantes o como dice el mismo Kapuscinski “niños cuya fuente de poder es una vaca o un camello, que viven en lugares donde tener una olla o una bicicleta hace la diferencia entre la pobreza y la clase media”…
“Aquí la vida es un esfuerzo continuo, un intento incesante de encontrar ese equilibrio tan frágil, endeble y quebradizo, entre supervivencia y aniquilación".
La crónica como género literario o periodístico celebra a Ébano y le agradece una de sus máximas expresiones escritas por Kapuscinski con base en sus experiencias por más de treinta años.
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