En México, el quehacer periodístico además de ser una de las actividades de alto riesgo y mal pagadas, es poco creíble para la gran mayoría de la ciudadanía ya que duda en lo que se publica, en lo que se escucha en la radio y en lo que ve en la televisión y no es para menos pues basta escuchar a Jesús Martín Mendoza, conductor de Radio Red (88.1 fm) en el horario de cinco de la tarde a las ocho de la noche, ó basta ver los noticiarios de las grandes televisoras o simplemente hay que leer La Crónica de Hoy para entender a la mayoría de la gente que pone a los periodistas al lado de los políticos y policías; no culpo a los incrédulos pero tampoco me sumo a ellos, no los critico y ni mucho menos les reprocho nada pero debo reconocer que me lastima la idea que tiene un gran número de gente acerca de los periodistas y me pondré en su lugar al revisar el papel del “periodista” Jesús Martín Mendoza.
Era el medio día del 3 de mayo del 2006 cuando acudí a San Salvador Atenco por ordenes de mi jefe, me adelantó que había un bloqueo de floricultores en la carretera que lleva a la Universidad de Chapingo, sin preguntarle más me dirigí al lugar y en el camino me llamaron la atención los camiones de la Policía Federal que iba rebasando y se desplazaban en la misma dirección que la mía, continué mi camino y al llegar Al lugar lo primero que vi es una larga fila de camiones de carga que ya no pudieron pasar, los motores estaban apagados y de vez en cuando se escuchaban detonaciones de cohetones que los pobladores lanzaban al aire, el ambiente era tenso, el aroma no era provinciano, era de coraje, había piedras en el camino, llantas ardiendo y troncos impidiendo el paso… comenzó el programa de Jacobo Zabludovsky “De Una a Tres” y comencé con una crónica: “El ambiente es tenso, la gente grita en la carretera, sus frentes sudan y se respaldan con palos y piedras, las calles del pueblo están vacías, las cortinas de las casas apenas se abren tímidamente para tratar de ver desde el interior sin ser descubiertos; percibo el olor a pólvora mientras observo los murales en donde aparecen el Sub comandante Marcos y del General Emiliano Zapata”, comencé a describir el sitio cuando me acordé de la policía y me despedí de Jacobo dejando la oportunidad abierta de otro enlace más tarde.
Al regresar a la carretera la gente ya era menos, se habían percatado de los federales y simplemente les huyeron, eso fue lo que envalentó a los altos mandos de la PFP para organizar a sus elementos y comenzar el desalojo de las barricadas sobre la carretera, la poca gente intentó impedirlo mientras eran golpeados por la policía sin importar si eran hombres o mujeres, en ese momento me di cuenta de lo manipulados que son los elementos de la policía para ver solamente lo que hacen y no a quien se lo hacen o como lo hacen, es decir golpeaban sin saber porque, sin darse cuenta en donde pegaban, sin ver a quien lastimaban, solo pagaban parejo; aumentaban los cohetones y poco a poco los inconformes iban llegando; me marca Jacobo y comienzo mi segunda intervención, agitado y sacado de onda, golpeado, con dificultad para respirar por el gas que ya formaba una cortina y ocultaba los abusos, Jacobo me pide platicar con la gente, a gatas, me acerco a un manifestante y con una impresionante capacidad de síntesis me narró el origen del problema, dos elementos de la policía federal llegan hasta nosotros y nos empujan con sus escudos, Jacobo pregunta ¿Qué pasa Daniel? Y sigo narrando, se han llevado al joven Jacobo, pero te decía, ha entrado la PFP a las calles, a la carretera, a las casas y dos corren, todos llevan algo en las manos, mi respiración se dificultaba pues al arrebatarme a mi entrevistado nos soltaron una nube de gas lacrimógeno y a él lo subían en una camioneta, me tiré al suelo y me di cuenta que estaba a la orilla del arroyo vehicular, las botas formadas marchaban a escasos centímetros de mi y seguía hablando, con solo un ojo pude ver la barbarie, la deshumanidad, la fuerza y furia de los federales que seguían pegando a quienes, incluso, ya ni se movían, a quienes corrían y a quienes imploraban no ser golpeados, Jacobo me pide no colgar la línea pero me pide retirarme de ahí y ponerme a salvo, como pude me fui alejando más y más. Al verme a salvo, quise rodear entre las calles y me encontré con que ahí estaban la mayoría de los pobladores, no habían huido, solo se retiraron de la carretera para evitar el enfrentamiento y reorganizarse, ahí pude platicar con más gente y grabarlos, ellos ofrecían que si se iba la PFP también ellos se retirarían, lo comenté al aire y pasé sus audios, enlazado, comenzaron a correr todos porque venía la policía otra vez, varios se dispersaron entre las calles y ese fue el error, de pronto se encontraban pequeños grupos de cuatro o seis federales entrando a casas y pateando carros, rompiendo vidrios y golpeando a quien se les pusiera en frente los grupos de federales eran varios pero regados en el pueblo en pequeños grupos por lo que los pobladores que casi siempre estaban juntos agarraron a un grupo de cinco policías y con ellos se desquitaron de todo, a ellos les mostraron que golpear es muy fácil, que dañar era sencillo pero solucionar las cosas no estaba ya en sus mentes, estaban lastimados y asustados, los pobladores seguían pegando y marque a la estación a informar, entro al aire, “gracias Jacobo sigue tenso el ambiente en San Salvador Atenco, tengo a la vista a un policía tirado y al que siguen golpeando, tal parece que los pobladores se han reorganizado y deciden retirar a los federales”, en eso una señora con rostro arrugado, lagrimas de polvo mojado sobre sus mejillas y trenzas canosas, me piden que informe la verdad, que me fije en lo que pasa porque eso ya estaba fuera de control, le pregunte a la señora, ¿cuál es la verdad señora, que es lo que deben ustedes decir? A lo que ella explicaba que la policía había sacado a sus hijos de su casa, ellos no viven aquí, solo vinieron a verme porque se enteraron de la manifestación y se encontraban comiendo en la cocina cuando los soldados los sacaron y se los llevaron pero ellos no viven aquí…
A grandes rasgos era mi narración al aire, la gente acudía a mí para opinar, para pedirme que no me fuera y siguiera narrando todo, para contarme su verdad, para explicarme el origen de todo y para convencerme de que ellos estaban siendo reprimidos no por cerrar una carretera o por vender flores sino por luchar, organizarse y no permitir la construcción del aeropuerto en sus terrenos, el conflicto seguía y también mis ganas de quedarme en el lugar. Todo esto lo cuento para darnos una idea de la nota y crónica que en la producción de Jacobo pudimos hacer en su programa “De Una a Tres” que por cierto ese día se alargó hasta las cinco, a esa hora entró el locutor Jesús Martín Mendoza y su entrada al inicio de su programa fue: “desaloja la PFP a un grupo de revoltosos de San Salvador Atenco” durante sus comentarios al dar un resumen de lo sucedido en esa población atacaba a los lugareños, les ponía calificativos e insultaba al llamarlos mequetrefes; decir eso al aire es sin lugar a dudas una falta de respeto a la audiencia, a los participes de los hecho y a los reporteros que en ese momento se encontraban en el sitio.
¿Qué interés obtuvo o quiso obtener el conductor de la Red de la Tarde con sus comentarios irresponsables? En ese momento no lo supe, no entendí porque entró tan agresivo, lo cierto es que tuve que salir corriendo del lugar porque los habitantes nos monitoreaban, nos utilizaban y nos identificábamos todos con una causa, la forma de editorializar del lector de noticias en la Red me dejó fuera de todo, me puso en riesgo, me involucró al decir que los reporteros que estábamos en el lugar éramos testigos de la soberbia y radicalismo de los que se oponen al desarrollo de una comunidad, éramos testigos de la forma violenta de tratar con las autoridades y de la cerrazón que existe en su naturaleza primitiva, no me quedó más que ponerme ahora si a salvo, me fui de ahí pero llegue a Texcoco, ahí también se llevaba al cabo un operativo para encontrar a los lideres, la gente corría, lloraba, los niños espantados gritaban a sus papás, los comercios cerrados, los parabrisas rotos, los federales furiosos y nadie podía verlos porque ya te estaban golpeando, oía a lo lejos que silbaban pero yo seguía caminando y escribiendo lo que veía, grababa el ambiente, describía el aroma que reinaba en ese momento que era de pólvora con gas, me tallaba los ojos y tosía, volvieron a silbar y voltee a mirar a tras cuando me alcanzó el joven al que estaba entrevistando al principio y que se llevaron los federales, tenía el rostro rojo, la sangre que salió de su cabeza se secó en su cara formando arrugas, e veían los moretones en sus ojos, me dijo: “ven canijo” quiero que hables con alguien” se echo a correr y si dudar lo seguí, corrimos como cuatro calles y doblamos a la derecha, después avanzamos dos más y en u zaguán tocó y silbó, de inmediato un señor que tenía una venda en la cabeza y de 55 años aproximadamente abrió la puerta, el joven casi empujándome me metió a la casa, en el interior y más tranquilo me dijo “aquí esta Nacho, habla con él ven” subimos hasta la azotea y al Ignacio del Valle ya lo rodeaban cuatro reporteros más, como pude y de entre sus seguidores metí el micrófono en el chacaleo y como a los cinco minutas de grabación se escucharon cohetones y detonaciones la gente corrió a esconderse, la policía había llegado, mucho se brincaron a otras propiedades y otros se quedaron para reforzar la entrada, yo fui de los primeros, salí a la calle de atrás y regresé corriendo por la banqueta la cuadra en la que se encontraba Del Valle ya estaba acordonada, los estatales ya estaban sobre las casas y los federales golpeaban la puerta hasta que se abrió, su torpeza hizo que al ingresar los primero cayeran al piso comenzaron a golpear y nadie me marcaba a pesar de que a la producción de Jesús Martín les había mencionado lo que estaba viendo y que tenía audios muy buenos, nadie me marcó, al ver salir a los primeros detenidos la verdad a nadie reconocí pues no había quien no tuviera el rostro teñido el rojo como aquel joven que no rebasaba los 17 años, después de varios detenidos vi salir a Ignacio, lo supe porque fue el que más escoltado iba era a quien más federales llevaban y de quien más importancia mostraban las policías, el rostro sangrado, las ropas rotas, las piernas torpes y lo brazos abiertos lo subieron en una patrulla y salieron de prisa quise meter el micrófono porque Del Valle decía algo y no me permitieron, los golpes y rodillazos en las piernas me impidieron llegar a él. Llamé a la producción y no me metieron, los comentarios negativos seguían por parte de quien me puso en riesgo, las etiquetas a los inconformes seguían y las alabanzas a la Policía Federal no cesaban por parte del conductor de noticias: “que bien que intervino la policía, señor gobernador Enrique Peña, lo felicito, ha venido a dar un cátedra de mano dura, de disciplina, de paz”.
Que poca madre decía yo, que mierda tiene ese pendejo en la cabeza que no se da cuenta de lo que aquí estaba pasando, me sentí mal, me senté a descansar lego que una mujer me dio un trapo mojado para que no respirara más gas, pasó una señora con su hija ofreciendo mitades de naranjas y bolsitas de agua, me aventó una y le pregunté qué cuanto era y me dijo que nada, que aquí todo es de todos…
Los minutos se volvían horas y yo sentado, me di cuenta que no iba a pasar al aire ya más y decidí irme poco a poco, el programa terminó y se hizo de noche, como pude me retiré de ahí.
Al otro día, cuando la policía se reforzó y entró por más detenidos tanto mujeres como hombres a los que se les abusó y violaron sus garantías individuales ya no me dejaron ir, “ya mi labor había sido suficiente” según mi jefe.
No pude entender es día el porqué la actuación de “periodista” Jesús Martín, me daba una idea pero en verdad no sabía el origen del todo, de lo que si estaba seguro es de lo delicado que se convierte la realidad y de la responsabilidad que uno tiene como simple reportero para ir narrando los hechos que van formando la historia; que pena que alguien ajeno a la sensibilidad de la gente distorsione la realidad, cambie lo ocurrido o minimice la verdad, que triste es saber que alguien se preste para eso.
Pasó el tiempo, y el 11 de enero del 2007 fallece Mónica María Pretelini Sáenz, esposa de Enrique Peña Nieto, gobernador del Estado de México, aún en vida, alrededor de las 3:15 de la mañana fue trasladada al Hospital ABC de Santa Fe luego de haber recibido los primeros auxilios en un nosocomio de Toluca, casi a las 5 llegue al hospital del poniente del D. F. y fue hasta en la tarde cuando Paul Shkurovich medico en jefe del departamento de Neurofisiología del hospital y quien atendía a la esposa del gobernador desde hace dos años, confirmó la muerte de Mónica Pretelini a las 16:45, el especialista anunció también que a la esposa de Peña Nieto la empezó a tratar desde hacía dos años atrás por cuadros de crisis convulsivas lo que le causó una crisis epiléptica que le ocasionó una arritmia cardiaca y con ello un paro cardiorespiratorio lo que finalmente le quitó la vida.
Horas antes de la improvisada rueda de prensa que ofreció el especialista Paul Shkurovich, el rumor crecía en el hospital de que la primera dama mexiquense consumía antidepresivo, como tratamiento a su enfermedad, también se decía que la posible causa del deceso era una sobre dosis por lo que comenzaron a surgir diferentes versiones de su muerte y algunos medios lo empezaron a manejar. En la escasa información que se tenía y por la presión de los noticiarios tanto de Formato 21 y de la Red de Radio Red, en una de mis intervenciones mencioné que una de las versiones no confirmadas del deceso de Mónica Pretelini era por el abuso de antidepresivos que la señora de 44 años consumía desde hacía 2 años, lo dije al aire y de inmediato se me cortó la llamada sin que yo me diera cuenta porque no me monitoreaba en ese momento, yo seguí dando mi nota hasta que volvió a sonar el teléfono, lo vi y en ese instante me di cuenta de que ya no estaba al aire, contesto: ¿bueno? Era de la producción de Jesús Martín Mendoza y me dicen, “oye, no puedes decir que la señora se drogaba, interrumpí, no lo dije, mencioné que ella consumía antidepresivos y de acuerdo a una versión que se está dando en estos momentos eso fue la causa de su muerte, versión dada por médicos que salieron del hospital y nos lo mencionaron sin que se dejaran grabar, es más nos pidieron omitir sus nombres, lo que hice yo fue decir que no era oficial pero que se trataba de una versión hasta el momento, me interrumpen y me explican lo que pasa es que dice Jesús Martín que uno de los Aguirre le llamó y le dijo que hay muy buena relación con Enrique Peña y que no podemos golpearlo de esa forma, no debemos hablar mal de él ni de su administración así como de su vida personal si ésta es mala claro, porque si es algo bueno, pues adelante”, me entristeció nuevamente y me fui.
Ahí entendí todo, se me vino a la mente Atenco, el papel que juega el conductor o lector de noticias, es la voz de la familia Aguirre, es el que hace el trabajo sucio ocupando un micrófono para golpear y no para informar, para minimizar los errores del gobierno pero también para engrandecer los problemas que crean a los automovilistas una manifestación sobre reforma o en el zócalo o en la Secretaría de Gobernación, ¿qué interés político tiene esta persona?
Lo mismo pasó con las manifestaciones de Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) el 8 de octubre del 2007 cuando trabajadores sindicalizados salieron a las calles a defender su contrato colectivo de trabajo y su régimen de jubilaciones y pensiones: “guarde la calma usted que nos escucha a bordo de su automóvil y si piensa transitar por reforma o el centro histórico ya que de nueva cuenta una bola de revoltosos han tomado las calles en lugar de estar trabajando, son sindicalizados del IMSS que han dejado sus lugares de trabajo para desquiciarle la vida a usted” comentarios del lector de noticias de Radio Red de la tarde noche.
¿Qué interés tiene este señor al editorializar de esta manera?, ¿Qué pasará por su mente a la hora de “informar”? ¿Quién le estará dictando lo que debe decir y lo que debe callar? Sin ofender a los cristianos y católicos ¿será que por su formación religiosa tenga esa mentalidad tan peligrosa y conservadora que pone en riesgo a sus propios reporteros con la irresponsabilidad que lo caracteriza?
¿Que debemos hacer los periodistas de a pie para limpiar nuestra imagen, para recuperar la credibilidad que personajes como este han enterrado y nos han colocado a lado de los políticos y policías? ¿Qué se escribe en estos casos? ¿Quién te lee y te cree en estos casos…?
EL AVIONAZO
Ya mero se cumple un año del avionazo. Recuerdo ese día 4 de noviembre del 2008 sobre volaba el sur del D. F. a bordo de uno de los tres helicópteros de Grupo Radio Centro, estaba dando vialidad de las principales arterias de la capital cuando minutos antes de las 19 horas el capitán Antonio Bernal, doblaba la aeronave con dirección al poniente da la ciudad, nos encontrábamos a la altura de Ciudad Universitaria cuando de repente los dos al mismo tiempo dijimos ¡achinga! ¿Viste? Me preguntó, si, le conteste, había sido una luz blanca como de neón que iluminó parte de los edificios de reforma y periférico, ¡vamos le dije! Me contesto que no porque algo había pasado, ¡por eso guey, vamos a ver qué chingados pasó! En un principio él no quería ir, con una letanía que ahora no recuerdo, me dio a entender que la misión de cualquier piloto o capitán de cualquier nave era salvaguardar la integridad física de los tripulantes, ¡no mames guey, la responsabilidad de cualquier reportero es ir al lugar de los hechos a informar! Lentamente el helicóptero avanzaba hacia el poniente en lo que el capitán recibía datos e información de lo que había explotado esa tarde, antes de llegar al lugar, ya teníamos el dato de que se trataba de una aeronave que se había precipitado al suelo, se desconocía que tipo de nave era pero evidentemente eso ya era una tragedia porque al sobrevolar en circulo y rodeando la espesa columna de humo me di cuenta de que la aeronave había caído en plena vía pública y sobre varios automóviles y puestos de comida. Antes que ningún otro reportero, me enlazaron a la Red para dar un simple reporte vial desde el aire, mi intervención fue, “gracias Jesús Martín a caído una aeronave en reforma y periférico, hasta el momento se desconoce de qué tipo de aeronave se trata pero en este cruce ya es un infierno, observo vehículos incendiándose, gente envuelta en llamas, fuego por todos lados y un área devastada, las personas salen de sus automóviles y corren para ponerse a salvo, no hay ambulancias, no veo a los bomberos aún, no hay quien esté ayudando en el lugar…” en fin fue la primer noticia que se daba en todo México, de hecho, parte de los programas de noticias del mundo que cubrían el asunto electoral en los Estados Unidos, voltearon a ver al poniente del D. F. para percatarse de lo que aquí sucedía, se desvió la atención de un hecho tan relevante en todo el mundo.
Los datos a cuenta gotas surgían hasta que se llegó a la conclusión de que ahí murió Juan Camilo Mouriño, entonces secretario de Gobernación; a los pocos días, recibo en mi correo una invitación por parte del Premio Nacional de Periodismo del Consejo Ciudadano para que meta mi material a concursar ya que de acuerdo a ellos era digno de competir, al principio no le tomé importancia hasta que pasando los meses lo volví a recibir el correo pero diciéndome que por mi trabajo era un buen candidato a recibir el premio y lo comente con un compañero que ese día llegó en su moto e informó desde tierra, también como uno de los primeros en el lugar, él caminó sobre restos humanos y fierros retorcidos, nos pusimos de acuerdo y armamos el material para meterlo en la categoría de noticia pero incluyendo a todo el equipo de reporteros que estuvieron en el lugar, mencionamos los nombres de todos y cada uno de nosotros, editamos el material, redactamos una carta dirigida al jurado sobre la importancia que este hecho había tenido en el mundo por el tipo de noticia que se trataba y lo llevamos.
El día de la premiación el ganador fue Jesús Martín Mendoza por haber sido el primer periodista en haber dado la noticia sobre el avionazo, él ganó la categoría de noticia y a todos nos cayó como una cubeta de agua fría, mis compañeros no entendían pero yo creía darme una idea y me dije, creo que los Aguirre, (dueños de Grupo Radio Centro) forman parte del consejo ciudadano o hay intereses, entonces el premio fue dado a quien mejor les convenga, a quien mejor hable del gobierno y a quien mejor genere información que sirva para un interés político a favor de los de arriba, por eso entendí que muchos no van, que muchas instituciones no quieren ser parte de ese consejo, que varios periodistas, creo que los mejores no solicitan nada por su trabajo, solo que los lean o escuchen, por eso comprendí que esta es una nueva forma de “chayote” porque hay que recordar que éste premio antes lo daba el presidente en turno.
Que mejor reconocimiento que el de la gente, ¿Qué puede ser mejor que el darle voz a quien no la tiene? ¿Quién puede pagar el ejercicio periodístico cuando éste aporta lo esencial para vivir dignamente y llegar a la casa con la frente en alto y abrazar a tus hijos sin ningún remordimiento de nada?
El ejemplo y los principios son aquellos que se obtienen en las calles, en cada nota, en cada persona, en cada espacio y en cada palabra…
“de todos los oficios prefiero el de la imprenta porque ha sido el que más ha ayudado a la dignidad del hombre…” José Martí.
Por: Daniel Almazán Jiménez.